El que un adolescente tenga una buena autoestima va a ayudarle mucho estos años de cambios y retos vitales. Por supuesto, la autoestima se va a cimentar en gran medida en la educación respetuosa que le hayamos dado en la infancia pero también ahora nos necesitan ya que van a tomar las riendas de su destino, tomar sus decisiones, cometer sus errores, elegir nuevas relaciones y prepararse para lo que será su próxima vida como adultos independientes. Estas son algunas estrategias que promueven la autoestima de los adolescentes.
Respeta su privacidad. Es básico. Aunque sigamos siendo responsables de su bienestar el adolescente necesita espacios de intimidad en los que no intervengamos. Sin dejar de estar atentos debemos hacerlo desde el plano que él nos indique que le resulta cómodo siempre que veamos que todo fluye adecuadamente. No hay que ser invasivos, sino simplemente estar presentes manifestándoles nuestra confianza.
Es importante que conozcamos sus actividades, a sus amigos y sus temas de interés, demostrando sincero interés en ello y explicándoles lo mucho que nos gusta que desarrolle su propia personalidad y gustos. Una cosa es compartir información en una comunicación con confianza y otra muy distinta convertirnos en espías fiscalizadores o exigir información de detalles que quizá prefiera no explicar o que considere irrelevantes. La cuestión es que él debe sentir que su vida nos interesa y nos gusta compartir con él experiencias. Por eso la confianza y la atención deberíamos estar trabajándolas desde la infancia, transmitiéndole siempre que nos involucramos en sus experiencias y nos gusta estar presentes.
Valora lo que haga bien, felicitándolo por sus logros, especialmente aquellos de los que él se sienta más orgulloso, no necesariamente las notas escolares. Agradecerles lo colaborativos y responsables que son es mucho más motivador que andar criticando los fallos o áreas que creemos que debe mejorar. En el fondo, no olvidemos que pronto decidirá por él mismo y aquello que le transmitamos es lo que creerá de sí mismo. Poner especial atención en estar atentos a sus alegrías y metas cumplidas refuerza su autoestima y hace que sepan que aquello que aman nos parece valioso.
Asiste a sus partidos, actuaciones escolares, y acude alegre a las actividades de ocio que puedas compartir con él. Tómate en serio estar presente en su vida.
Escúchalo cuando quiera contarte alguna preocupación o problema, aconsejándolo si te lo pide pero nunca sermoneando o minusvalorando sus miedos, penas o frustraciones. No los critiques, no lo etiquetes, no hables mal de él con nadie. Si ha hecho algo incorrecto o ha cometido un error explícale con tranquilidad su comportamiento y permanece abierto a sus explicaciones, ayudándole a mejorar y transmitiéndole que los errores son oportunidades de aprendizaje.
Acepta sus gustos en música, ropa, cine o lectura. Trata de involucrarte y conocer sobre ello, quizá llegues a apreciarlo también y desde luego estarás dando una oportunidad excelente a la comunicación si se da cuenta de que puede hablar contigo de esas cosas.
Anímalo a tener experiencias de actividades y áreas de conocimiento diversas, sin penalizar el que, una vez introducido en ellas, quiera descubrir otras nuevas. Al fin y al cabo necesita hacer muchas cosas diferentes para poder escoger la que realmente le apasiona.
Y dedícale tiempo. Dedícale más tiempo, todo el que puedas. Estos años son decisivos y fugaces.